Término con el que se designa la novela de terror inglesa de fines del siglo durante el último tercio del siglo XVIII y finales del siglo XIX. Ambientada en paisajes tétricos, representa un intento de profundizar en algunos aspectos desconocidos del alma humana, a la vez que constituye un precedente de la novela histórica de la época romántica.
En los relatos góticos se advierte un erotismo larvado y un amor por lo decadente y ruinoso. La depresión profunda, la angustia, la soledad, el amor enfermizo, aparecen en estos textos vinculados con lo oculto y lo sobrenatural. Algunos autores sostienen que el gótico ha sido el padre del género de terror, que con posterioridad explotó el fenómeno del miedo con menor énfasis en los sentimientos de depresión, decadencia y exaltación.
Las novelas góticas están ambientadas en un escenario lúgubre y desolado, por lo general un castillo gótico o una abadía en ruinas. Dominadas por el misterio y el terror. Los principales exponentes del género fueron Horace Walpole, con El castillo de Otranto (1764); Ann Radcliffe, con Los misterios de Udolfo (1794); y Mary Wollstonecraft Shelley, con Frankenstein (1818). Precursora de la moderna novela de misterio, la novela gótica se entrelazó en el siglo XIX con la novela fantástica, la novela policíaca y el folletín.
El término gótico se emplea para designar cualquier narración en prosa o verso en la que se dan cita la violencia, insatisfacción, el horror, el dolor, locura y los sucesos sobrenaturales.
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