5 de junio de 2010

I. La situación de la novela gótica


El movimiento gótico surge en Inglaterra a finales del siglo XVIII “el siglo de las luces”, del racionalismo a ultranza, el siglo que combatió la superstición y divinizo la ciencia , murió. Los hombres salieron frustrados, reprimidos e inexplicables que nunca. El hombre, echa una mirada a su alrededor y no entiende nada, solo sabe que sufre, cada vez que la civilización avanzaba el hombre se sentía cada vez mas alejado de si mismo y experimentaba en su propia carne aquella “infelicidad”
oprimidos por todo tipo de convenciones sociales, religiosas o morales, cada vez el hombre se sentía peor.
El renacimiento del gótico fue la expresión emocional, estética y filosófica que reaccionó contra el pensamiento dominante de la Ilustración, según el cual la humanidad podía obtener el conocimiento verdadero y obtener felicidad y virtud perfectas; su insaciable apetito por este conocimiento dejaba de lado la idea de que el miedo podía ser también importante.

Las ideas de orden de la Ilustración van siendo apartadas y dan paso al uso del gótico en Inglaterra y así se va abriendo el camino para la fundación de la literatura gótica. Las novelas góticas abundan entre 1765 y 1820 con la iconografía que nos es conocida: cementerios, páramos y castillos tenebrosos llenos de misterio, villanos infernales, asesinatos, muertos, hombres lobo, vampiros, personas con doble personalidad y demonios, etc.Los ingredientes de este subgénero son castillos embrujados, criptas, fantasmas o monstruos, así como las tormentas y tempestades, la nocturnidad y el simple detalle truculento, todo ello surgido muchas veces de leyendas populares.

La obra fundadora del gótico es El castillo de Otranto, de Horace Walpole, en 1765. Otras obras claves de esta corriente son Los misterios de Udolfo en 1794, de Ann Radcliffe. El Romanticismo exploró esta literatura, casi siempre inspiradora de sentimientos morbosos y angustiantes, que alcanzó su máximo esplendor en el XIX.

Sin embargo, posteriormente obras de pleno siglo XIX indiscutible siglo del romanticismo, con su individualismo y su melancolía, nos encontramos con un nuevo tipo de literatura gótica, como Té Verde, de Sheridan Le Fanu, Frankenstein, de Mary Shelley, La abadía de Northager de Jane Austen, que es en realidad una parodia de Los misterios de Udolfo; el corazón delatador de Edgar Allan Poe y, más adelante, Dracula, de Bram Stoker, El Horla, de Guy de Maupassant, también del escritor romántico español Gustavo Adolfo Bécquer incluyó en sus Leyendas algunos relatos de miedo como El Monte de las Ánimas:

Aquí en estos fragmentos del relato El Monte de las Ánimas expresa el miedo el terror, el agobio que caracteriza a la novela gótica. Estos son los ejemplos:

Los ciervos braman espantados, los lobos aúllan, las culebras dan horrorosos silbidos, y al otro día se han visto impresas en la nieve las huellas de los descarnados pies de los esqueletos.

Otra noche volaría por esa banda, y volaría gozoso como a una fiesta; y, sin embargo, esta noche… esta noche, ¿a qué ocultártelo?, tengo miedo. ¿Oyes? Las campanas doblan, la oración de ha sonado en san Juan del Duero, las ánimas del monte comenzarán ahora a levantar sus amarillentos cráneos de entre las malezas que cubren sus fosas.

Puede decirse que estas superan el terror gótico este se mezcla con otros géneros, por eso algunas de estas no reúnen todas las características de la novela gótica. Salvo en casos excepcionales, tienden al formato corto del cuento en menoscabo de la novela; Por lo tanto pueden considerarse ya como obras plenamente representativas que han sido alcanzadas hoy en día.




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